12 mar 2010

Desacelerar

Recuerdo cuando hace cierto tiempo atrás, los países del este europeo recién habían escapado del yugo de la Unión Soviética, las autopistas no se encontraban tan congestionadas y la velocidad máxima a la que se podía circular era, en Alemania sobretodo, la que alcanzaba el vehículo. En los otros países del oeste europeo existía un limite de velocidad, pero esto no era tan controlado. Los cálculos distancia-tiempo eran muy fáciles de hacer, 100 km = 45 minutos, un viaje de 800 km tardaba 6 horas.

Hoy los países del este han elevado su movilidad, los del oeste controlan mas la velocidad y Alemania dejo de ser, geograficamente visto, un país al margen europeo para ser el centro. Todo esto lleva al estado actual del congestionamiento de las autopistas. Fue así como un día decidí "desacelerar", cambiar el recorrer monótonos kilómetros de autopista congestionada por el hacerlo a velocidad moderada por las rutas nacionales.

De pronto se abrieron otros horizontes, otras vistas. Lo que no era iluminado de día por el sol, lo era echo de la noche por luces artificiales. La relación kilómetros=tiempo paso a ser secundaria para dar paso a la de viajar=ver. La meta ha dejado de ser meta, ahora la meta es el recorrido.

La justificación de que iba por buen camino, me la dio un echo ocurrido hace cierto tiempo atrás. Mientras me dirigía yo hacia el sur de Francia, pase por delante de un pequeño bar al borde de la carretera. El estacionamiento de este, no estaba en relación con su tamaño, por eso pensé que seguramente seria así para dar lugar a los camiones y como todos sabemos de que donde los camioneros comen, se come bien, y como ya estaba abierto a las 6 de la mañana, pare a desayunar.

Después de que el francés me recibiera sonriente con un "bonjour" le encargue una café con leche y un sandwich de jamón y queso, por supuesto echo con el famoso pan francés. Salí a la puerta para ver mejor la localidad, el bar se encontraba delante de un pequeño bosque, tenia unas cuatro mesas delante de la puerta y a un costado una escalera de piedra que se dirigía hacia la parte de atrás.

Pensaba en bajar las escaleras para ver lo que se encontraba en la parte posterior del bar, cuando el francés me llama y me entrega lo encargado, bueno, me entrega mas de lo encargado, me entrega mas o menos medio metro de pan, fresco y aun tibio, relleno de jamón y queso y un tazón de café con leche de mas o menos un litro! Sonriente pensé. me encanta desayunar en Francia!

Salí otra vez, con mi pan al hombro y el litro de café en la mano y me dirigí nuevamente hacia las escaleras. Serian mas o menos unos quince escalones que bajaban, abriéndose camino entre raíces y tierra, haciendo una curva  hasta llegar a una especie de terraza de unos tres por dos metros. Tanto sobre la escalera como sobre la terraza se encontraban ramas y hojas, esparcidas seguramente por la ultima tormenta. La terraza se estaba rodeada en tres lados por una barandilla de hierro y esto se debía a que estaba al borde de un acantilado, con la vista que se aprecia en la foto.

En ese momento pensé en todo lo que pase por alto, por ganarle segundos al minuto. Pensé en que, anteriormente,  a esa hora seguramente me encontraría en algún restaurante de la autopista, abarrotado de gente y recordé las palabras de Albert Einstein "Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás."

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